Los caminos de la vida de Omar Geles

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Fue uno de los compositores más prolíficos y emblemáticos que influyó a una generación de cantantes y autores de esta música. Para alcanzar su grandeza, el Rey Vallenato tuvo que sobreponerse a la pobreza y las heridas del alma, dejando una obra imborrable.

Omar Geles subió con su enorme sonrisa a la tarima del concierto de Silvestre Dangond en Bogotá, para compartir el abrumador festejo del cantante vallenato más exitoso y carismático de los últimos tiempos. Silvestre le dijo con el corazón en la mano, como suele hacerlo: “Por ti, por tus canciones, media carrera mía está en tus manos, te adoro mi negro, te quiero”. Omar, quien ya había llorado minutos antes viendo el espectáculo, le respondió en verso: “Esto lo dice Omar Geles, porque tengo la razón / un día Dios nos dio a Diomedes, y hoy a Silvestre Dangond”. Para llegar aquí, Omar Geles tuvo que sortear las durezas de la vida.

Sus padres, Roberto Geles y Hilda Suárez, hicieron un largo viaje con sus pocas pertenencias desde el caserío de Mahates, Bolívar, hasta Valledupar. Se acomodaron en una casita pobre y comenzaron a rebuscarse el pan vendiendo verduras en una carretilla y lavando ropa ajena. El niño mocoso se quedaba en casa jugando sin juguetes, con la compañía de su hermano, un perro, un gato y los vallenatos que sonaban de las radios vecinas.

Roberto Geles regresaba a casa extenuado y tarareando vallenatos. Un día llevó un acordeón y un tambor. A Omar le dieron el tambor y a su hermano el acordeón. El pequeño le daba manotazos al cuero, pero le llamaba la atención el acordeón. La canción que tenía en su mente inocente era “Lucero espiritual”, de Juancho Polo, y la rasgueó hasta que encontró el tono. Tenía cinco años. Desde entonces la pasión por el acordeón se apoderó de él.

Su padre se marchó de la casa, y la madre tuvo que hacerse cargo de todo. Los pequeños la ayudaban en lo que podían, ayudándole a tender montones de ropa, haciendo los mandados y vendiendo aguacates de sol a sol en la calle. Omar siguió practicando el acordeón con melodías de Alfredo Gutiérrez y Calixto Ochoa. “Supe desde muy pequeño que no me iba a separar del acordeón y de la música, quería componer canciones, porque me alegraban la vida, eran como mi aliciente y mi refugio por los días difíciles de mi infancia”. 

Su pasión y esfuerzo le dieron su primera recompensa al ganar el Rey Vallenato Infantil en el Festival de la Leyenda Vallenata. Muchos auguraban cosas buenas de aquel talentoso ‘negrito’ de aire sonriente que estaba para hacer historia. Un día su mamá se puso la mejor ropa y vistió a Omar de blanco y zapatos rojos y lo acompañó a un programa en Radio Guatapurí. El anfitrión, el locutor Mario Puerta, le agregó un buso rojo a la vestimenta de Omar, y le dio un espacio en el auditorio de la emisora para interpretar sus melodías.

El locutor se emocionó tanto ante la inusual destreza musical y la llamativa pinta de Omar Geles que se le vino el apodo de “el diablito”, para exaltar las habilidades y estilo fuera de serie del músico. Al llegar al barrio lo recibieron con burlas de “¡el diablito!”, al punto que debió ahuyentarlos con piedras. Omar lloró. “Yo estaba feliz ese día, pero la envidia de la gente me entristeció. Los abrazos y el aliento de mi mamá y mi hermano me reconfortaron, pero el acordeón me sanó y selló la herida”.

Al poco tiempo conoció a Miguel Morales. Tenían algo en común. Habían llevado vidas difíciles y sentían ardor por la música. Se acoplaron enseguida y empezaron a tocar. El nombre del grupo ya estaba en la mente de Omar, y Miguel estuvo complacido: “Los Diablitos del vallenato”. El nombre iba de la mano con la orgullosa apariencia de su piel, reforzada con un acordeón explosivo y un canto carismático con dejo sentimental pegajoso que había puesto de moda Rafael Orozco.

Sus primeros trabajos fueron exitosos, y le siguieron dando forma al vallenato más suave y romántico de El Binomio de Oro. Omar ganó en 1989 el Rey de Acordeón profesional en el Festival de la Leyenda Vallenata, y como todo artista vallenato no pudo escapar al desenfreno de la parranda, el ron y las mujeres. Pero un día detuvo todo al darse cuenta que su vida artística y personal no podían enterrase allí, y tenían un mejor destino. El recuerdo del sufrimiento de su madre y las penas de su alma juvenil, lo despertaron. Lloró de nuevo.

“Como le pago a mi Dios” marcó el hito de esa primera fase musical, que coincidió con su aparición en la novela televisiva “Escalona”, interpretando a un acordeonero taciturno que tendría un encuentro con el Diablo. Después de la inmejorable carrera con Miguel Morales, en la cual compuso grandes piezas del vallenato, llegó el cantante Jesús Manuel Estrada y alcanzaron la cima de su popularidad. Allí surgió su obra más conocida y aplaudida, no solo en Colombia sino en otros países: “Los caminos de la vida”, una sentida reflexión sobre los sacrificios de su madre y su ejemplo de vida para él.

“La canción yo la tenía ahí en espera para mi vieja querida, y no la hice pensando en que fuera un éxito, solo quería que le gustara a ella, así que un día agarré un cuaderno viejo y la terminé, pero casi no puedo porque me quebraba la garganta”. La canción se volvió un himno popular en Colombia para agasajar no solo a las madres sino como un canto a las cosas de la vida, un tema con centenares de versiones en distintas músicas del mundo.

De “Los Diablitos” pasó a formar “La gente de Omar Geles”. Era una nueva etapa que lo acercó a fusionar sus creaciones con las nuevas tendencias musicales, y a su conversión a la fe cristiana. Muchas cosas confluyeron para que llegar a esta apertura de su vida, entre ellas la muerte del cantante Jesús Manuel Estrada y la separación de su primera esposa, Liliana Carrillo, cuyas escabrosas aventuras amorosas a escondidas, con su amigo Juancho Rois de alcahuete, le marcaron su destino marital.

De los 300 recuerdos amorosos que reconoció quedaron muchas canciones, incluso una de infidelidad contra él. Le han grabado unas 900 obras, de las casi mil que ha compuesto. Omar Geles ha compartido 400 canciones con su socio Sayco, una entidad a la que estuvo unido en el plano profesional y afectivo durante toda su vida musical. “Le agradezco a Dios el talento que me dio para la música, y también porque existe Sayco; no me imagino cómo sería la vida de miles de compositores sin Sayco”, dijo Omar Geles desde su estudio de grabación, donde pasó sus mejores momentos haciendo música.

No hay agrupación vallenata que no haya abrazado el éxito en las últimas tres décadas sin una canción de Omar Geles. El secreto de sus composiciones está en que a la gente se le hace muy fácil identificarse con sus historias y cantarlas, así duelan. Días antes de su muerte dio a conocer contento la que sería su última canción en vida: “Lo que vivió mamá”. Y su corazón afectado por las emociones no pudo más.

Murió el compositor Omar Geles en una clínica en Valledupar – crédito Johan Largo/Infobae

Es tal la importancia y el amor que sentía Geles por su madre, que durante una entrevista que entregó a Vicsary 11 meses antes de morir, el compositor aseguró que ella era el motor de su vida.

Esa mujer ha sido el motor de mi vida musical y me ha dado tantas cosas y que es el complemento, porque la verdad es que sin la misericordia de Dios yo no estaría aquí… Cuando mi papá se va de la casa hubo momentos muy duros, mi mamá lavaba ropa ajena, a todo el que tuviera pa pagar le lavaba la ropa, lo hacía para comer y fueron momentos que sirvieron de plataforma de lanzamiento para soñar”disfrutado de que no haya que no haya disfrutado de coronado un éxito que no incliuya uno de Omar Geles.

Para llegar aquí, Omar Geles tuvo que disfrutar para acompañarlo en su éxito que Silvestre le dijo: “por ti, por tus canciones, media carrera mía está en tus manos negro, te adoro mi negro, te quiero”.

 

Por Uriel Ariza-Urbina
Cronista
Especial Para Sayco