Por Uriel Ariza-Urbina
Dicen que la música le llega al compositor como un rumor desde algún lado cuando es un niño. Al nariñense Arturo de la Rosa le llegó en aires folclóricos de las cercanías de su pueblo Ricaurte, en Nariño, y desde los vientos del pacífico. El rasgueo del charango, zampoñas, guitarra, bombos, flauta de pan, y los cantares del mar, marcaron a este compositor, cantante, presentador y empresario musical, quien partió hace dos años y dejó su huella en los anales de la música colombiana.
Nació en Ricaurte el 15 de abril de 1936, y desde muy temprano ya mostraba su actitud hacia las expresiones artísticas, destacándose en los centros culturales y eventos pueblerinos. Pero a los 18 años algo debió suceder en la vida del joven Arturo, porque del arte de la música pasó a la arriesgada danza del toreo, que a principios de los años 50 había cobrado fama y gloria en España, Colombia y México.
Se vistió su indumentaria y se apodó “El macareno”, y sin más entró al ruedo como un atrevido principiante. No era un pasatiempo, porque en menos de 10 años, en 1963, Arturo de la Rosa ya se paseaba con éxito en las aclamadas plazas de España y México. Todo iba bien, y de nuevo algo debió suceder porque el torero decidió cortarse la coleta, como dicen en tauromaquia cuando alguien se retira de las faenas.El llamado de la música volvió a tocarle la puerta a Arturo de la Rosa, y él no dudó en tocar las de Caracol Televisión. Con su espíritu desafiante de torero participó como cantante en el programa “Los cien barrios”, y la cadena Caracol lo envió como embajador a Cali, para que debutara en las emisoras de la compañía. Allí no tardó en convertirse en una figura, y en 1965 grabó su primer sencillo con discos Orbe.Un año más tarde empezó a sonar su primer éxito, el célebre son sureño “La culebra”, que disfrutaron los pueblos andinos, el país y el exterior. Otro aire de la región conquistó al pueblo peruano, “La marinera”, un tema que hacía alusión a la mujer típica de ese país. Y por sus importantes ventas, la radio peruana le concedió “El micrófono de Oro”.
En 1970 graba doce temas de su autoría, entre ellas “Llama de Berejú”, “Nariño Altivo”, “Lejano Amor” y “La Guandera”, cantos con la idiosincrasia de los nariñenses, y siempre presentes en los Carnavales de Blancos y Negros de esta región. Un día con su amigo, el popular cantante ecuatoriano Olimpo Cárdenas, improvisó con su guitarra un canto que terminó siendo un homenaje a la mujer tumaqueña: “Pensando en ti”, a la que se le cambió Tumaco por Caracas para hacerla más popular, y se convirtió en un éxito por Oscar de León. Su pasión por la música colombiana lo llevaron a formar parte del primer jurado del Festival Mono Núñez en 1975.
Y del canto pasó a ser Jefe de Relaciones Públicas de discos Phillips y Discomoda, y como empresario abrió la conocida programadora de televisión que llevaba su nombre, en la que a través de programas como “Galaxia Musical” dio a conocer al país nuevas figuras de la música colombiana, y ayudó a difundir los aires de su tierra nariñense.Inquieto siempre por el folclor de nuestro país, Arturo de la Rosa contribuyó a la creación de la Sociedad de Autores y Compositores de Colombia -Sayco-, de la que fue su asociado y desde donde impulsó a varios artistas, hasta su muerte en marzo 24 de 2020.
Los colombianos, y los nariñenses en especial, llevan el nombre de Arturo de la Rosa como emblema y orgullo de las expresiones folclóricas colombianas.