Por: Jesús Vides.
Cuando los integrantes de la orquesta “Los Cumbancheros del Ritmo” de La Jagua de Ibirico (Cesar) fueron a Chiriguaná, más exactamente a La Estación a reclutar como nuevo bajista a un muchacho llamado José Vásquez, nunca sospecharon que estarían despertando al monstruo más grande de la historia del Bajo vallenato en el mundo. No lo imaginaron. Se lo llevaron para La Jagua de Ibirico casi en silencio, sin ningún protocolo. Pero empezó la carrera más brillante en la ejecución de este instrumento en nuestro folclor. Los Cumbancheros eran una de las pocas orquestas organizadas en la región y alternaban con cuanto conjunto vallenato exitoso existía. Se sentían orgullosos de su bajista, lo mostraban, lo exhibían, no se cambiaban por nadie. Pero la dicha no demoró mucho. Les tocó alternar con el maravilloso Calixto Ochoa, que era el número uno a comienzos de los setenta, algo así como el Diomedes Díaz de la época. Hasta ahí llegó la alegría de Los Cumbancheros. La misma noche que vio y oyó tocar a José Vásquez se lo llevó. Le hizo empacar su maleta para más nunca volver a vivir en Chiriguaná. Calixto es Calixto. Su oído no fallaba. Los Cumbancheros en otra jugada extraordinaria volvieron a Chiriguaná por recomendación del mismo Jose (sin tilde para sus amigos), para llevarse a un niño de solo 14 añitos para reemplazar a Vásquez, tuvieron que rogarle a la mamá, la señora Sonia, para el permiso. El niño era Carmelo Galiano, “El Melo”, ¡nada más y nada menos que el exitosísimo Galy Galiano! Qué buena espalda la de los “Cumbancheros del Ritmo”, le dieron la patadita de la buena suerte a los dos más grandes artistas de Chiriguaná: José Vásquez “Quevas” y Galy Galiano. Benditos sean Los Cumbancheros.
Ahí se parte en dos la historia del Bajo vallenato: Antes de José Vásquez y Después de José Vásquez (A. de J.V. – D. de J.V.)
Siendo prácticamente un niño grabó su primer disco en 1972, increíble, una puya, con uno de los más grandes cantantes de la historia, Jorge Oñate y los Hermanos López. “La vieja Gabriela”. Qué valentía la de ese adolescente.
Inició rápidamente la Nueva Era, con Calixto, Alfredo Gutiérrez, etc., pero tenía que encontrar el sitio ideal para que ese inmenso talento se pudiera desarrollar con plena libertad, sin ataduras. Encontrar el grupo que se sintonizara con esa desbordante magia y ganas de tocar, que le diera la confianza, estaba atragantado, tenía miles de ideas en su cabeza y sus dedos necesitaban que los desataran. Y llegó lo que necesitaba… El Binomio de Oro. Ahí fue Troya.
Rafael Orozco e Israel Romero siempre se caracterizaron por su modernismo musical, su atrevimiento, su sabiduría experimental. Siempre iban más adelante que muchos. Eran creativos, atrevidos. Jose les llegó como anillo al dedo. Rafa lo bautizó “El Quevas”.
Siendo yo un imberbe escuché por primera vez a José Vásquez en el Bajo con el Binomio de Oro en el álbum “Enamorado como siempre”. Diciembre de 1978. ¡Santo Dios! ¿Qué es esto? ¿Es real? ¿Antes de ese disco yo no había escuchado un Bajo vallenato así! Busquen grabaciones anteriores y me cuentan…
El Bajo, antes de Jose con El Binomio, era básico. Lo que llamamos acompañamiento normal. Cuando escuché “La parranda es pá amanecé” quedé loco, cogí mi guitarra e intenté imitar ese Bajo. Era muy joven pero me dije: «Definitivamente no soy, ni seré bajista». Busqué grabaciones anteriores y no existía ese tipo de Bajo. A medida que me adentraba escuchando todo el disco completo, cuando oí la canción “Mi mejor canción” y al final hizo unos silencios, dije: «¡Esto antes no lo había hecho nadie!». Rafa lo saluda en “Déjame quererte”: «¡Vaya qué sentimiento José Vasquez!» y el Bajo llora… en esa misma canción al final por primera vez en mi vida escuché tocar un Bajo “Guitarriado”, como llamamos jocosamente. Si antes de esa grabación lo oyeron, me informan por favor. Lo que Jose hizo en ese álbum hoy en día para algunos bajistas virtuosos tal vez es normal hacerlo, la cuestión es que antes no lo había hecho nadie. Él nos dijo con su instrumento: «¡Así es que se toca el Bajo en el vallenato!».
Empezaron grabaciones de todo tipo con diferentes agrupaciones que sería imposible mencionar, pero les cuento una anécdota personal que se grabó en mi mente. Iba muy joven yo manejando por la carretera vía a Sincelejo en una gira con Galy Galiano, escuchábamos el disco “Por amor” del exitoso grupo “Los Pechichones”. En la canción “Dime por qué lloras” exclama Marcos Díaz: «¡Y esto es clase, Bolañito y Vásquez!». Me tocó orillarme para retroceder el cassette. «¡Verga! (perdónenme la expresión), ¡se jodió esto!». Pregunta: ¿Quién lo hizo antes? En fin, en otras grabaciones doblaba el Bajo en diferentes canales, glisaba a nivel Dios, lo “penqueaba”, jugaba con las percusiones, con los pianos, con los acordeones, le daba sonidos inexistentes, etc. Si sigo relatando cosas no acabaría nunca. Son cientos y cientos de canciones imposibles de enumerar. Su obra es tan grande que nos podríamos pasar la vida entera escuchándola. Los invito a que lo hagan y entren al maravilloso mundo del Bajo Vallenato que tanta admiración ha despertado en todo el planeta.
A partir de la explosión sin límites de Jose con el Binomio, empezaron un sinnúmero de cosas sin precedentes tanto en grabaciones como en vivo. Ya era normal el grito de Rafa: «¡Quevas, Quevas!, ¡Suéltale los cañones José Vasquez! ¡Lloren guitarras!» en la canción de su autoría “Te seguiré queriendo”, porque Jose es tanto un excelente guitarrista como compositor. Su sencilla y sutil guitarra en “Dime pajarito”, todavía la exploran los guitarristas estudiantes de vallenato. En “Tu dueño” escuché por primera vez una guitarra de doce cuerdas en la música vallenata. Jose tocó el Bajo y la guitarra. Escuchen también “De nuevo en tu ventana”, “El Parradón”. La lista es interminable.
Los duelos en que el acordeonero, en este caso Israel Romero, tenía con su bajista, los inició el Binomio de Oro. Era algo espectacular y en su momento, novedoso. Israel hacía una intrincada y rápida melodía en el acordeón y Jose la contestaba exacta en el Bajo. Luego Jose hacía una en el Bajo e Israel la contestaba en el acordeón. Antes de eso, ¿quién? Rafa lo llamaba al frente y Jose mostraba su virtuosismo, su espectacular digitación, tocaba hasta el himno nacional. Por primera vez en la historia un bajista fue protagonista en una agrupación vallenata, su nombre: José Vásquez. Verlo en tarima es una maravillosa experiencia, es imponente, un superstar, lo más cercano a una estrella de rock. Confieso que me movía ir a los conciertos por ver tocar a Jose. Ahora, repito, ya es normal y se ve sencillo pero es porque ya el maestro dictó la cátedra. Hoy en día los alumnos, muy buenos por cierto, lo copian, lo siguen. Nació el mito y los rumores se esparcieron como espuma por todo lado: «Lo quiere el Gran Combo, lo dijo Rafael Ithier en el Lobby del hotel El Prado, que quería ese espectáculo en su Orquesta». «Pastor López le propuso llevárselo pero Jose dijo que no era capaz de abandonar a Rafa». «Wilfrido dijo en el Festival de Orquestas que le pagaría lo que él pidiera». Etc., etc., un largo etc.
Hace poco un encopetado bajista de una encopetada agrupación vallenata se atrevió a decir: «¿Y qué fue lo grande que hizo José Vásquez en el vallenato?, ¡yo no lo veo!». Yo le respondo sin temor a equivocarme: «Señor bajista, si Jose no hubiera existido, tú estuvieras tocando el Bajo como “Calilla”. Muy bueno, pero básico. Eso hizo José Vásquez, te enseñó a tocar esa vaina».
Ahora tocan de manera excelente. Armonías perfectas. Digitación perfecta. Pero no están partiendo la historia. Es más y me parece bien: son de conservatorio. No hay nada malo en eso. Los escucho “demasiado perfectos”. No se atreven. No se salen del molde. Y no son protagonistas.
Conocí a Jose Vasquez en Bogotá en 1982 en los inmensos e históricos Estudios de Grabación Ingesón de la calle 24, los mejores que había en Colombia por esa época. Jose Vásquez invitó a Galy Galiano a la grabación del L.P. “Festival Vallenato” del Binomio de Oro, donde iban a grabar una canción de Jose titulada “Esa”. Galy me llevó.
Fue el cielo. Nunca había estado en un estudio de grabación y además iba a ver grabar a mis ídolos Rafael e Israel. No lo podía creer. Un niño en una juguetería, en una chocolatería, en el recreo; mis ojos no paraban de mirar la gigantesca consola, las grabadoras, los instrumentos, el mar de acordeones, mis músicos preferidos estaban allí. Si hay algo parecido al paraíso para un incipiente músico y compositor era eso. Una experiencia inolvidable. Vi grabar a Jose su canción “Esa”. En tono menor, armonías refrescantes para la época, pedí a Dios Padre que congelara el tiempo, que no acabara. Grabó el Bajo de un tirón, grabó las guitarras, con una sutileza magistral, estaba viendo desde un rinconcito al genio inmortal, a Miguel Ángel, a Da Vinci, a García Márquez, a Maradona, a Dostoyevski, para él, eso era normal, para mí no. Y ahí pude ver un lado que tal vez la gente no conozca del gran José Vásquez, su humildad sin límites.
En una pausa a la que le llamamos “break”, ante la ida de Israel fuera del estudio, rápidamente Jose dijo:
̶ Ven “Chide” grábate esta cancioncita antes que regrese Isra.
Alcides Tórres ni corto ni perezoso la grabó en un santiamén. Qué generosidad la de Jose. Al regresar Israel preguntó:
̶ ¿Terminaron?
̶ Sí ̶ dijo Jose.
Israel escuchó las grabaciones, al llegar a la canción grabada por “Chide”, miró al techo y pidió ponerla de nuevo… Silencio absoluto, su rostro cambió, se puso adusto, yo palidecí, el aire estaba tan denso que se podía partir con un cuchillo, Jose nos picó el ojo a Rafa y a nosotros. Rafa alzó el pulgar sonriendo y dijo:
̶ ¿Está buena, verdad “Pollo”?
Israel con los ojos cerrados y muy pero muy serio, asintió y aprobó moviendo la cabeza, no muy convencido. Yo estaba helado del susto. El oído implacable de Israel no fallaba pero creyó en Jose y en Rafa y prosiguió la grabación. Gestos como esos hizo muchísimos “El Quevas”. Hay créditos en muchos discos que generosamente compartió con bajistas de planta de múltiples agrupaciones donde los líderes de los conjuntos lo llamaban para grabar a él, en desmedro del titular del grupo. Aprovechaba cualquier descuido y les daba su “mochito”, por eso lo quisieron y lo siguen queriendo sus colegas, por compartir con nobleza sus conocimientos, sus enseñanzas, sin egoísmo, sin zancadilla.
Posteriormente el visionario Rafa incorporó al Binomio de oro a otro genio llamado Rangel “El Maño” Torres y se conformó la dupla más grandiosa en la historia del Bajo vallenato: José Vásquez y “El Maño” Tórres, “La Candelosa” la grabaron los dos haciendo figuras diferentes. No ha vuelto a pasar.
En el 2005 en la grabación del álbum “De nuevo con mi gente” de Diomedes Díaz en los Estudios de Galy Galiano, escuché al Cacique cuando le dijo a Jose: «A los demás músicos les paga la Sony, pero a usted le pago yo. Usted se arregla directamente conmigo». Lo abrazó. Diomedes reconocía a su estrella.
Esporádicamente hablo con el maestro, es increíble su modestia, nunca saca pecho, no vocifera, ni se le siente ego alguno. Siempre exalta a los otros bajistas, admiraba mucho al “Maño”, su llave, su hermano. Estoy seguro que la historia le dará, más temprano que tarde, el sitial que se merece. Los que estamos en la música se lo reconocemos, se lo agradecemos, lo veneramos, lo respetamos. Espero que el público lo sepa, las autoridades, los dirigentes de los múltiples Festivales Vallenatos le hagan los reconocimientos y homenajes que se ganó con su talentoso ingenio y la maravillosa e inigualable destreza de sus dedos.
¡Larga vida al extraordinario José Miguel Vásquez “Quevas”, el más Grande Bajista de la historia de la música vallenata en el mundo! No hay nadie como él, es insuperable, majestuoso, inimitable, virtuoso, de esos que no nacen todos los días porque el creador tiró la toalla al crearlos y después botó el molde.
Porque pocos seres humanos son creadores de una Era y yo, en mi opinión personal, ojo, muy personal me atrevo a decir sin ánimo de ofender a nadie ni de crear polémica que la Historia del Bajo Vallenato se partió en Dos: Antes de José Vásquez y Después de José Vásquez. (A. de J.V. – D. de J.V.)