Juanes: Más Vale tarde que nunca

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Por: Jesús Vides 

Recientemente escuché por accidente la canción “Sin medir distancias” de Diomedes Díaz, en el último álbum de Juanes titulado “Origen”. Me atrapó. Me sorprendió de manera increíble e inmediatamente despertó mi curiosidad. Lo escuché una y otra vez de manera aplicada y religiosa, su homenaje al Joe Arroyo con el tema “Rebelión” o meterse en la “Bilirrubina” de Juan Luis Guerra, pasando por “Nuestro juramento” de Julio Jaramillo, “Could You Be Loved” de Bob Marley, o por qué no “El amor después del amor” de Fito Páez, evocando también a Juan Gabriel con “No tengo dinero”. Las doce canciones son unos clásicos sagrados de la música de todos los tiempos y por supuesto marcaron las raíces y la infancia musical de Juanes, pero también la mía y estoy seguro que la de mucha gente.

Cómo olvidar a mis escasos seis años cuando escuché “Volver” de Carlos Gardel en una cantina de solo tangos que quedaba al lado de la casa de mis abuelos en Palmira (Valle), escuchen bien… Solo tangos. Me asomaba a pocos metros para ver a los señores que tomaban aguardiente y gritaban a todo pulmón las canciones más tristes, fúnebres y dolorosas que había escuchado en mi vida. No sabía por qué razón me daban ganas de llorar, si era por la melancolía que me producían sus letras y melodías, por contagiarme con el llanto de los borrachos evocando sus amores perdidos y sus desgracias inenarrables o por la nostalgia que sentía un niño costeño como yo tan lejos de sus padres que vivían en La Jagua de Ibirico (Cesar) y que yo sentía que estaban en el fin del mundo y no los iba a volver a ver jamás, porque el larguísimo viaje que hicimos demoró más de tres días en bus y veía imposible el calvario del regreso. Por supuesto que también hacen parte de mi infancia musical ese tipo de canciones. Gracias, Juanes.

La honestidad musical de Juanes me impactó, su versatilidad, su técnica, su interpretación personal, su calidad fuera de toda discusión y una sorprendente mezcla y masterización donde cada sonido parece estar en su lugar. Congratulaciones, Juanes, maravilloso disco, lo recomiendo para catálogo. Qué dicha cumplir un sueño. Juanes lo cumplió. Poder uno cantar las maravillosas canciones que te han marcado, que te han influenciado, que más te gustan. Invito a mis colegas, músicos, cantantes, compositores a hacer este tipo de proyectos, realizar estos sueños, asumir estos retos. Anímense y háganlo sin pretensiones y sin temor a las críticas de los puristas, los críticos siempre están al acecho, ellos se dedican solo a eso, pero no nos olvidemos que estos son proyectos personales y entre gustos no hay disgustos. Algún día haré el mío, Juanes me inspiró.

La primera vez que escuché a Juanes fue con Ekhymosis. Me pareció que su canción “La tierra” debía ser un himno universal de la paz. Luego lo perdí de vista y lo escuchaba de soslayo cuando se convirtió en solista y hacía parte de la vida diaria de mis hijas Luisa y Lorena, amantes del rock local. Veía en las noticias sus desbordantes ventas de discos, sus innumerables premios y reconocimientos en todo el mundo. Su manager, el grandioso Fernán Martínez daba entrevistas a diestra y siniestra, en todos los canales, en todos los noticieros, en todas las revistas, en todos los periódicos, en todas las emisoras de radio, de manera incansable, contando la magnificencia de los triunfos y logros de Juanes. Se escuchaba por todos lados, dentro y fuera de Colombia. Si no me equivoco debe tener records de premios Grammy. Alguna vez vi un pedazo de un concierto en vivo y pude constatar que también es un guitarrista magistral. Lamento de manera sincera no haber ido la vez que Lorena me invitó a verlo en Rock al Parque. Ahora comprendo la dicha y las caras de felicidad de ella y de su novio Alejandro cuando los recogí en el Simón Bolívar de Bogotá. Estaban casi sin voz de tanto gritar sus canciones, brincaban de alegría, qué dicha había en sus corazones, en el carro de vuelta a casa nos repitieron el concierto a todo pulmón. Ahora comprendo. Gracias, Juanes. Prometo ir en una nueva oportunidad. Confieso que sentía un orgullo patrio con este artista, pero no tenía su música. Recuerdo que por allá en los años 2000, dije sonriendo cuando escuché sus fusiones carrileras: «¡Veee, resucitó Gildardo Montoyaaa!»

Empezó una conexión eterna entre Juanes y yo en el 2019, cuando oí su canción “La plata”, un excelente vallenato-rock en su particular estilo al lado del reconocido cantante de reggaetón Lalo Ebratt, esta canción tiene más de 100 millones de reproducciones en YouTube y eso no es un dato menor. Me enamoró inmediatamente, fue una conexión inamovible e indestructible, al instante le dije a mi hija:

– Lore, pásame tu playlist de Juanes.

– Si la escuchas, esto no tendrá retorno. Ya te la envío.

Mi hija tenía razón, empezó un viaje del que no me he vuelto a desconectar. Son interminables sus éxitos, su transparencia musical no tiene límites. Desde su homenaje al género carrilero de Gildardo Montoya con “La camisa negra”, la plegaria espiritual“ A Dios le pido”, el culebrerísimo “Yerbatero”, la protesta social “Fíjate bien”, la súper premiada “Mala gente”, quién no se enamora con “Me enamora”, “Es por ti” y un largo etc., etc., que se volvería muy difícil de enumerar. Para los que crean que como cantante es muy bueno solo cantando rock, los invito a escucharlo en el dúo que hizo con el inmortal y exigente Juan Gabriel en “Querida”, dejó el punto bien alto y cumplió el reto con lujo de detalles. Como Productor Musical también me le quito el sombrero. Como Autor y Compositor es un fuera de serie, he analizado cada una de sus canciones, créanme, también soy compositor.

Ahora entiendo porque el entonces presidente de los Estados Unidos, Barack Obama y su esposa Michelle se declararon fanáticos de su música. Como lo dijo mi hija, «si lo escuchas no hay vuelta atrás». Su disco “Origen” es mi preferido, me gustan las fusiones, y de corazón les digo que me he vuelto su seguidor para siempre y desde mi alma le digo a Juanes que «Tú si tienes de Superhéroe, lo que yo tengo de Vallenato». Nunca será tarde para conocerlo. Más vale tarde que nunca…